Resumen:
Sin lugar a duda, la leucemia aguda es la enfermedad oncohematológica más
frecuente en la infancia ; debido a los avances terapéuticos de los últimos
veinte años, más de un 50% de los niños se curan.
Los procedimientos a los cuáles se somete el paciente, los efectos del
tratamiento y la incertidumbre del futuro producen un estrés importante en el
niño y en los que lo rodean ; las familias deben aceptar la transición entre
sentirse en control de sus vidas y los sentimientos constantes de
incertidumbre.
Ningún miembro de la familia queda fuera de este impacto. Algunas familias se
volverán más cohesivas, desarrollando un aumento de su fortaleza y una
redefinición positiva de sus valores ; otras, frecuentemente aquellas con una
vulnerabilidad preexistente, sufrirán diversos grados de desequilibrio crónico 0
transitorio. Pero, aún los miembros de la familia más sana, verán amenazados
cada aspecto de la vida familiar, incluyendo las relaciones interpersonales, la
dinámica interna, la estabilidad económica y las creencias religiosas, cuando
se enfrentan al impacto de una enfermedad potencialmente mortal.
El diagnóstico que confirma la leucemia en un niño, amenaza la vida como un
golpe terrible ; pero el niño enfermo continúa desarrollándose y obteniendo
logros, por lo tanto tiene derecho a una calidad de vida emocionalmente lo más
sana posible. Igualmente importante es mantener una relación óptima con el
resto de Ba familia ; pero esto no siempre es fácil, por el desgaste emocional
que acarrea la enfermedad.
Hoy en día, el desafío para el Trabajador Social incluye no sólo preparar al niño
y a la familia para sobrellevar fénica y psíquicamente la enfermedad, sino
también ayudarles a enfrentar un diagnóstico de enfermedad maligna y así
prepararlos para la posible curación